La protección del altamar debe abarcar el rol fundamental de los ecosistemas
Un nuevo estudio también aporta claridad en la definición de los hábitats oceánicos
De acuerdo con los nuevos estudios científicos, especies altamente migratorias, como la tortuga boba, serían consideradas especies protegidas dentro de un área marina protegida del altamar.
© ShutterstockLa ciencia es clara: El océano está sufriendo una serie de impactos causados por el hombre, y es necesario tomar medidas inmediatas para revertir dicho deterioro y garantizar la protección de la biodiversidad marina en áreas que aún no han sido explotadas.
A pesar de que las Naciones Unidas ha solicitado que el 10 por ciento de las áreas costeras y marinas se conserven como áreas protegidas o en reservas totalmente protegidas para 2020, es evidente que ese número no es suficiente. Algunos científicos han sugerido que al menos el 30 por ciento de nuestros mares debería dedicarse para proteger de manera eficaz los ecosistemas y los hábitats que constituyen un océano en buen estado de conservación. Si bien muchas naciones han declarado áreas marinas protegidas (AMPs) dentro de sus aguas nacionales, no existe un mecanismo para crear estas AMPs en el altamar, es decir, las áreas más allá de las jurisdicciones nacionales y que constituyen aproximadamente el 60 por ciento de los océanos del mundo.
Afortunadamente, la protección del altamar se encuentra entre los principales temas de agenda de las próximas reuniones de la Asamblea General de la ONU durante este segundo semestre, en las cuales los países tomarán una decisión respecto del establecimiento de una conferencia intergubernamental para negociar un tratado internacional que permitiría la creación de un mecanismo legal para establecer AMPs en el altamar.
A medida que avanza ese proceso, es fundamental saber qué constituye un hábitat de altamar y cómo se define aquello que se protege dentro de una región oceánica sin límites obvios. Un ensayo publicado hoy en Frontiers in Marine Science aborda precisamente dicho tema y enfatiza la razón por la cual esta definición es esencial a la hora de establecer AMPs en el altamar.
Los coautores Bethan O’Leary y Callum Roberts de la Universidad de York del Reino Unido sostienen que todos los hábitats oceánicos deberían incluir a todas las especies que viven en ellos o que naturalmente migrarían atravesando dichas aguas. (Roberts es además investigador marino de Pew). Por ejemplo, si una franja oceánica es hogar o área de desplazamiento de especies, tales como plancton, tortugas marinas, peces de arrecife y tiburones y ballenas altamente migratorios, un AMP debería garantizar que todas las especies que se encuentran en ella sean protegidas —incluso aquellas que no la habitan permanentemente— porque cada una de dichas especies contribuye al funcionamiento del ecosistema.
La mayoría de los gobiernos utiliza una definición muy similar al establecer áreas completamente protegidas, como sucede con los parques nacionales en áreas terrestres. Esta definición también proporciona un sencillo esquema para que los gobiernos y los científicos puedan proponer AMPs en el altamar. También significa que en ciertos lugares —como el “White Shark Café”, que se encuentra a mitad de camino entre la península de Baja California en México y Hawái en el Océano Pacífico, o hábitats conocidos de las tortugas marinas, como el Mar de los Sargazos— la protección del altamar debe diseñarse de modo que incluya mucho más que las especies icónicas reconocibles.
Este artículo es oportuno, dado que se presenta antes de que la Asamblea General de la ONU tome una decisión y de que el 4.º Congreso Internacional de Áreas Marinas Protegidas (IMPAC4) se reúna en Chile del 4 al 8 de septiembre. Esta conferencia es una oportunidad clave para que los gobiernos, las organizaciones no gubernamentales y los científicos debatan acerca del desarrollo de las áreas marinas protegidas y las intricadas conexiones que existen entre los seres humanos y los océanos. Tengo el privilegio de poder hablar sobre la importancia de las AMPs en el altamar en un panel del IMPAC4 con algunos de los principales expertos y con el deseo de poder trabajar con los asistentes a fin de promover estas protecciones fundamentales.
El IMPAC4 y estos nuevos aportes científicos llegan en un momento clave para el océano, cuando las AMPs ocupan un lugar más prominente, en particular, en la comunidad internacional. A medida que la Asamblea General de Naciones Unidas se prepara para avanzar en materia de AMPs en el altamar, comprender totalmente qué se pone en juego y por qué se debe proteger toda la vida presente en una región oceánica aumenta las probabilidades de que se confeccione e implemente un tratado exitoso.
Liz Karan es directora del trabajo realizado por The Pew Charitable Trusts para la protección de la vida oceánica en el altamar.