Con un alcance de aproximadamente dos tercios del océano del planeta, altamar alberga algunas de las mayores reservas de biodiversidad que quedan en el mundo. Sin embargo, si bien estas áreas fuera de toda jurisdicción nacional constituyen un hábitat clave para ballenas, tiburones, atunes y otras especies importantes, apenas cerca del 1 % está protegido.1 La gobernanza se limita a una combinación de organismos que regulan ciertas actividades,como la pesca, la minería o el transporte, pero, a menudo, no tienen la autoridad o los mecanismos de ordenación necesarios para establecer, implementar y supervisar áreas marinas protegidas (AMP) ni otras medidas de conservación.
Con el propósito de cubrir esta brecha en la gobernanza, las Naciones Unidas negocian un tratado para garantizar la conservación de la rica biodiversidad de altamar mediante AMP y para que se lleven a cabo evaluaciones sólidas de impacto en el medioambiente a fin de garantizar que cualquier uso que se haga de ellas sea sostenible. Dada la inmensidad de altamar y la importancia de los diferentes ecosistemas que abarca, es fundamental que las medidas de conservación que se tomen en el marco del tratado se basen en la mejor evidencia científica disponible. La manera más efectiva de lograrlo es con la creación de un cuerpo científico que respalde el tratado.
Si bien muchas organizaciones internacionales de gobernanza marina emplean cuerpos científicos para que proporcionen información en el proceso de elaboración de normas, la función de la ciencia en estas organizaciones varía ampliamente, desde recopilar datos hasta utilizarlos en el proceso de elaboración de normas y su implementación.
Desde la creación de las Naciones Unidas, en sus estatutos se ha expresado la necesidad de contar con conocimiento calificado para aplicarlo en el proceso internacional de elaboración de normas.2 Los cuerpos científicos respaldan e trabajo de las organizaciones internacionales de gobernanza de los océanos por medio de una variedad de funciones y estructuras. Algunos cuerpos científicos tienen el amplio mandato de brindar informes científicos generales o de revisar el estado del medio ambiente. Por ejemplo, el Grupo de expertos sobre los aspectos científicos de la protección del medio marino (GESAMP) respalda a diez organizaciones de las Naciones Unidas. Proporciona estudios científicos y evaluaciones regionales y temáticas sobre el medio ambiente marino; orientación para desarrollar, supervisar y evaluar el impacto en el medio ambiente marino; asesoramiento sobre temas puntuales, e identificación de nuevas amenazas para el medio ambiente marino.3 El trabajo del GESAMP se lleva a cabo mediante grupos de trabajo conformados por miembros seleccionados de una red de expertos.4
Otros cuerpos científicos tienen un ámbito más específico y brindan asesoramiento puntual acerca de medidas de ordenación o propuestas de políticas específicas. El Comité Científico de la Convención sobre la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA), por ejemplo, asesora a la Convención acerca de los niveles de extracción y otros asuntos de ordenación en la región antártica. De esta manera contribuye a las medidas de administración que adoptó la comisión que administra la pesca y otras actividades en esa región.5 El comité científico de la CCRVMA se reúne todos los años y está compuesto por los Estados miembro de la Convención. Cuenta con varios grupos de trabajo que brindan asesoramiento en asuntos clave.
Los cuerpos científicos respaldan la mayor parte del trabajo de estas organizaciones y, en última instancia, responden a un cuerpo de toma de decisiones de mayor nivel, como la Convención o la Conferencia de las Partes. Por lo general, brindan asesoramiento y recomendaciones y, por lo tanto, informan, en lugar de participar en la elaboración de normas y las decisiones de ordenación. La mayoría de los cuerpos científicos se establecieron para servir a una organización específica, pero algunos de ellos, como el Concejo Internacional para la Exploración del Mar, funcionan de manera independiente y brindan asesoramiento a una variedad de clientes.
Para llevar a cabo la mayor parte de su trabajo para las organizaciones de gobernanza de los océanos, muchos cuerpos científicos establecen subcomités o grupos de trabajo (a menudo, ad hoc) para que brinden recomendaciones sobre asuntos específicos. El Órgano subsidiario de asesoramiento científico, técnico y tecnológico de la Convención sobre la Diversidad Biológica, por ejemplo, emplea grupos ad hoc de expertos para brindar asesoramiento sobre asuntos más técnicos.
La mayoría de los cuerpos científicos se esfuerzan por brindar recomendaciones o asesoramiento a partir de información científica consensuada, pero algunos de ellos toleran la presentación de puntos de vista diferentes ante el cuerpo responsable de la toma de decisiones. Por ejemplo, el Comité Científico de la Organización de la Pesca del Atlántico Suroriental informa los puntos de vista de la mayoría y de las minorías cuando no es posible lograr un consenso.6
Conservar y administrar los recursos de los océanos de manera eficaz requiere integrar las recomendaciones científicas en las decisiones de políticas públicas. De hecho, en un informe de 2010 acerca de la implementación del Acuerdo de la ONU sobre Poblaciones de Peces, se observó que la reducción continuada de las poblaciones de peces de altamar se debía a la incapacidad de las organizaciones regionales de ordenación pesquera de seguir las recomendaciones científicas de reducir las capturas.7
Algunos elementos clave pueden ayudar a asegurar que el asesoramiento y las recomendaciones de cuerpos científicos respalden con eficacia las necesidades y los objetivos de las organizaciones internacionales de gobernanza de los océanos:
Los cuerpos científicos que se incluyen en este informe son apenas algunos de los tantos que brindan asesoramiento sobre asuntos relacionados con la gobernanza internacional de los océanos. Al crear un cuerpo científico para respaldar el tratado de altamar, los negociadores de la ONU tienen que considerar las funciones científicas, técnicas y tecnológicas que se deben llevar a cabo en un nuevo acuerdo, además de los elementos mencionados anteriormente para lograr la eficacia.